Una Fiesta de la Cerveza en el
Espíritu Santo - Día 2
Por Michail Rassool
El padre James Manjackal M.S.F.S. está dando unos ejercicios espirituales en Munich del 1 al 4 de octubre. Franziskus v. Ritter-Groenesteyn informa del segundo día. Munich (www.kath.net) El sacerdote Padre James Manjackal M.S.F.S. de la India da ejercicios espirituales en Munich del 1 al 4 de octubre. Franziskus v. Ritter-Groenesteyn participa en ellos y redacta para KATH.NET diariamente un resumen de cada uno de los días de los ejercicios. Segundo día – “Más que sólo pan, un imán o algo así …” El cielo está de un azul tan bávaro como ayer. Los primeros tímidos rayos de sol penetran por el patio de luz en el presbiterio. Los bancos están un poco más vacíos que ayer, pero hasta la tarde se van llenando cada vez más; al final son un poco más de 500 personas, entre ellas muchos croatas. Para el padre James buena señal. “La mayoría de los milagros ocurren en los territorios bosnio y croata. Allí hay mucha fe.” El gran tema del segundo día gira en torno a la confesión y la Santa Eucaristía. El pecado se ha convertido hoy en un gran tabú, dice. La enfermedad de nuestro tiempo es que nadie cree ya en la existencia del diablo – así, éste lo tiene muy fácil. Nadie quiere ir ya a confesarse, porque no hay conciencia del pecado, anota el P. James. Analizando el pecado del rey David, el pecado de adulterio y asesinato del marido de Betsabé, el padre James explica cómo el diablo endurece el corazón del que ha cometido pecado. Este endurecimiento nos impide despertar el arrepentimiento. David tuvo varias oportunidades para arrepentirse, pero no aprovechó ninguna. Todo lo contrario, hizo todo para tapar el pecado. El mundo le celebró por eso, porque sólo veía el exterior. Hizo falta el método martillo-pilón de vapor del profeta Natán, para que David reconociera ante el Señor sus faltas, que al final le inspiraron a redactar el salmo de penitencia más famoso de la Biblia, el salmo 51. El padre James cuenta un ejemplo actual: “Un día, un hombre viene a pedir curación. Tenía cáncer de laringe. Yo me niego a orar sobre él, le digo que participe en los ejercicios. Él dice que no, no tiene tanto tiempo. Me cuentan todo el bien que este hombre ha hecho a otros. Entonces oro sobre él, pero no tengo paz. Le pregunto si ha confesado. Dice que sí. Sigo orando, pero la falta de paz se acrecienta. Hay algo que no va con este hombre. Le pregunto otra vez. Sí, todas las semanas confiesa sus pecados. Yo pregunto al Espíritu Santo. La situación se aclara. Pregunto al hombre si también había confesado el adulterio con Mónica, la mejor amiga de su mujer, que también está casada, ese adulterio que está manteniendo desde hace 17 años. Entonces el hombre se enfurece. Más tarde me dice que si en esta situación hubiese tenido una pistola, me habría matado. Está muy enojado, ¿qué le importa Dios su relación con Mónica? Su mujer ya no le da lo que él quiere, y a Mónica la quiere más. ¿Qué hay de malo en eso? Que Dios no se meta en eso.” El padre James ora y ayuna por él toda la noche. Cuando vuelve a encontrar a aquel hombre, está totalmente cambiado. “Padre James, es increíble, todavía ayer quise escribir una carta furiosa al obispo para que hiciera algo contra esos sacerdotes de la India. Pero llegué a casa, y allí estaba esa luz, y escuchaba estas palabras en mí: ‘El padre James tiene razón. ¡Estás viviendo en pecado!’ Esto me llegó.” El hombre hizo una muy buena confesión y fue a recibir la bendición de un sacerdote. “Todos los sacerdotes han recibido esta autoridad – dar la bendición de sanación - en su ordenación por el obispo”, subraya el padre James. “Pero desgraciadamente son muy pocos los que utilizan este don.” Tampoco el sacerdote que dio la bendición a aquel hombre creía en ello. Pero la fe del hombre movió montañas: después de la bendición sacerdotal estaba curado del cáncer de laringe. Hasta el día de hoy, siete años más tarde, sigue sano. Cinco sacerdotes están disponibles para escuchar las confesiones. Las colas delante de los confesionarios son interminables. Un sacerdote africano está sentado un poco más allá, delante de él, arrodillado, un joven blanco. El sacerdote le bendice, los dos se abrazan como si fueron los mejores amigos. Además, llama la atención cuánto alivio, cuánta alegría irradian las caras de las personas aquí cuando vuelven a salir del confesionario. El padre James aborda otro tema actual. En el mismísimo barrio de los gays y lesbianas de Munich anuncia: “Dios ama al pecador, pero nunca el pecado. Amad a vuestros hermanos, pero no lo que están haciendo. Orad por ellos. La homosexualidad nunca formó parte del plan de Dios.” Recalca que la sexualidad tiene “un fin más alto”. Hoy día, la mitad de todos los niños no han nacido de un matrimonio, sino de otras relaciones. “Falta la familia sana. ¿Qué será de esos niños que nacen de otro tipo de relaciones?” El P. James también se lamenta de la situación demográfica. “¡Preguntaos en dónde estará el futuro de Alemania! Ya al día de hoy la mezquita más grande en suelo alemán está en Colonia. La próxima se construirá en Munich. Leed la carta a los gálatas 5, del 19 al 21, y a los efesios 5, 3-5, y a los tesalonicenses 4, 7-8, para que entendáis a lo que estáis llamados – ¡a vuestra santificación!” Con esto nos despide al descanso del mediodía, y tenemos tiempo para meditar sobre ello, de hablar sobre ello. A la vuelta nos dicen en la entrada: “Traed mañana vuestras tarjetas, si no, no os dejarán entrar, mañana vendrá muchísima gente.” Mañana es día festivo, muchos quizás se pasen por la iglesia, sin entrar en ella, de camino a la fiesta de la cerveza. Es un consuelo pensar que otros muchos, aunque seguramente no tantos, se acercarán al P. James. Y también otro pensamiento quizás sea un consuelo: allí en las praderas podrán encontrar al párroco de San Maximiliano. Pues está allí, sirviendo en la base. Está con el pueblo, muy de acuerdo con la tradición paulina. Sirve las jarras de cerveza en las mesas. Lo que gana allí es para una organización benéfica; los beneficios de la venta de libros y DVDs del padre James en la muy frecuentada mesa de libros en su iglesia parroquial de San Maximiliano también. El padre James sigue contando cómo está vivo el Evangelio en el tercer milenio: “La semana pasada en Linz, un chico salió de su silla de ruedas escuchando un DVD. Jesús no sólo sana aquí. Su poder no está sujeto a tiempo y espacio.” Me propongo comprar un DVD para alguien que Dios ya me mostrará. La tarde está enteramente dedicada a la Santa Eucaristía. El padre James intenta convencernos de la importancia que tiene “el recibir la Santa Comunión, al mismo Jesús, en estado de gracia. La Santa Eucaristía puede traernos una gran bendición, pero también una gran maldición. Aquí en Alemania son tantas las personas que van todos los domingos a recibir la Santa Comunión y nunca se han confesado.” Entonces cuenta el testimonio de una pareja joven. Su hijo estaba mudo. Pidieron por su sanación, no ocurrió nada. Eran creyentes, iban a confesarse e iban a la Santa Misa. En el Espíritu, el padre James ve a la suegra. Resulta que la pareja se ha deshecho de la suegra del hombre llevándola a una residencia de ancianos. La mujer le prohibió a su marido el trato con ella (la suegra), alegando que estaba casado con ella. El padre James: “¡Cuando recibís la Santa Eucaristía, aseguraos de estar reconciliados antes con vuestro prójimo!” En consecuencia, la joven pareja, bajo lágrimas de arrepentimiento, acogió a la suegra en su casa. ¡Poco tiempo después, la suegra estaba curada de su asma y el niño recuperó el habla! La gente aplaude espontáneamente. El ambiente está animado, todos los “músculos espirituales” están relajados, el corazón ensanchado. Richie traduce incansablemente. Su pequeña hija, de la que se habló ayer, corretea alegremente entre sus piernas. Es médico de profesión. Más tarde, traduciendo la oración de sanación, podrá denominar con exactitud anatómica las dolencias físicas curadas: tres abdómenes, cinco páncreas, etc. Sí, también el número de los milagros proclamados habrá aumentado en la noche del segundo día. ¿Será por la fe tan grande de los croatas? Se percibe una presencia muy fuerte. Miro al compañero que tengo a mi lado con ganas de preguntarle. ¿Será el Espíritu Santo? El padre James aumenta nuestra hambre de la Santa Eucaristía. El siguiente testimonio me toca de manera especial. Yo también soy uno de aquéllos que reciben la Santa Eucaristía sin jamás haber experimentado algo haciéndolo. Queda lo que la razón quiere ver - un trozo de pan, no más. También el padre James la siente como un trozo de pan. Por eso se sorprendió mucho cuando una vez un hindú le pidió abrir el ciborio. Quería ver qué secreto se escondía allí dentro. El padre James dijo que allí dentro sólo había una oblea, pero que nuestra fe veía más en ella, es decir la presencia de Dios. El hindú no quería creerle. Allí tenía que haber más que solamente pan, tenía que haber un imán o algo así, porque había sentido una fuerza eléctrica muy grande al acercarse sus manos al ciborio. De eso me acuerdo cuando durante en la adoración eucarística
me pongo en la presencia del Señor allí arriba en la custodia
y una vez más no siento ni lo más mínimo. Todos alrededor
mío están recogidos en oración, cogidos de la mano.
También yo tengo cogidas las manos del que tengo a mi izquierda
y a mi derecha. ¿No hay algo que fluye de una mano a otra …?
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